lunes, 14 de julio de 2008

Primer día

La verdad es que hay tanto que decir sobre Nueva York y sobre el viaje que siento como si las ideas se mezclaran todas en la cabeza y no me dejaran preparar conceptos para decirlos claramente aquí.

Igual lo mejor es ir comentando día a día. Ya dije que el primer día no dio tiempo a nada más que llegar, pasar por el aeropuerto, llegar al hotel, llamar a casa (y despertar a mis padres con la llamada, pero ellos lo quisieron), cenar un trozo de pizza y ver un poco Times Square.

El hotel, mmmm, bien. Era el Milford Plaza, con más de 1.500 habitaciones, en el cruce de la Octava con la calle 45. Es decir, si sales por la puerta que daba a la 45, en unos 100 metros estás en Times Square. Vamos, un lujazo, sobre todo si te gusta ver las lucecitas de este cruce todas las noches antes de irte a dormir. Sin embargo, la habitación era una mierda. Vale que sólo lo queríamos para dormir, y por eso era mejor que estuviera bien situado, pero la habitación era muy pequeña, lo mires por donde lo mires. Para ser habitación doble, parecía individual. Cama de matrimonio (menos mal que entre mi hermano y yo hay confianza), un baño ridículo, con una ducha que sólo dejaba darte vuelta y vuelta, un poco triste todo. Era mejor salir a la calle.

Eso sí, usábamos el aire acondicionado como frigorífico, lo que nos venía muy bien para el agua y la bebida, y había una máquina de bebidas en nuestro mismo pasillo con un precio bastante bueno (el agua más barata que vi en Nueva York). Todos los días, cuando llegábamos, la dábamos un abrazo (literalmente, había que vernos...) y sacábamos algo.

Por cierto, acabo de leer en un artículo de Elvira Lindo unas frases que describen a la perfección lo que sentí en Nueva York en cuanto a la velocidad a la que anda la gente por las calles: "[...] entraremos en la edad más despreciada de esta isla, la vejez. Al neoyorquino joven y en la cresta de sus ambiciones le gustaría eliminar de la acera todas aquellas franjas de edad que caminan lento; mandar los viejos a Florida, los tullidos a Harlem, los niños a los suburbios." Pues eso, No country for old men, como recordó mi hermano.

QUEDAN 3 DÍAS PARA EL CONCIERTO DE BRUCE SPRINGSTEEN

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