Vaya por delante que odio ir de tiendas. Sí, soy una mujer, pero me gusta el fútbol, no me maquillo, no me gusta llevar sortijas, anillos, colgantes, pulseras, pendientes..., y odio ir de tiendas, así soy yo.
Pero me quería comprar un MP3 o un iPod. El caso es que el segundo día miramos en J&R, y vimos un Creative Zen que estaba chulo, pero lo dejamos para ver más cosas. La siguiente tienda de referencia era Apple, para ver los iPod. Entramos en ese mundo bajo tierra que es la tienda de la Quinta Avenida, todo super blanquito, con un montón de cacharritos para poder probar, con más dependientes que clientes, y empieza a suceder.
Mientras que estamos mirando, sin más, todo va bien. Pero en el momento en que tengo que empezar a decidir si comprar algo o no... ahí viene el problema. Mi hermano insistía en que me comprara el iPod, que la resolución de la pantalla era mucho mejor, que estaba bien de precio, que me iba a arrepentir si no lo hacía. Y la verdad es que me gustaba lo de la ruedecita esa. Y dije, "vale, me lo compro". Guay, voy a un dependiente (después de elegir uno, que ya es una decisión), me dicen que los de los colores son sólo los nanos de 8 gigas, pero yo quiero el de 4, así que sólo lo hay plateado. Bueno, pues vale, plateado. Venga, ven conmigo, que voy a por él. Espero. Este es. Mmmm, vale. Y para cargarlo? Me da otra cajita (que no hacía falta, nos estábamos haciendo un lío, era para conectar a la red eléctrica, pero con lo del ordenador me vale). Y entonces empiezo a sumar y decido pensármelo mejor, sobre todo para terminar de ver las tiendas recomendadas (faltaba B&H).
Puf, veo que la historia así contada es muy larga. Resumo: fuimos a B&H, compramos un MP3 para una amiga de mi hermano, lo abrimos en el hotel para ver cómo era, comprobamos que el iPod mola mucho más, aunque sea más caro, y decido comprarme el iPod. Volvemos a Apple, voy a comprarlo y justo antes de pasar la tarjeta veo el precio y no era lo que yo pensaba (pensaba que costaba menos, me había hecho un lío después de ver tantos precios). Así que me piré otra vez (Diossss, la segunda vez que les dejé con el dichoso iPod en la mano), y fuimos a B&H (donde estaba más barato que en Apple) y ya me hice con mi Nano.
Ahora tiene mogollón de canciones de Bruce Springsteen y aún no sabemos cómo meter vídeos y meter fotos sin que se borre todo lo demás (jajaja, vale, suena raro, pero sí). Esa es mi historia en Apple: dos plantones, dos especie de bloqueos mentales y una sensación super rara. Mi hermano flipaba, dice que me quedaba medio paralizada simplemente con bajar las escaleras. No sé, cosas del inconsciente, debe ser. Pero bueno, la tienda mola, hay que verla, os lo aseguro.
domingo, 20 de julio de 2008
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