jueves, 24 de julio de 2008

Último día en Nueva York



Por fin llegamos al último día, el martes.
No nos levantamos muy temprano, porque no nos quedaba mucho por hacer. Primero fuimos por la mañana a la Sony, porque queríamos ver el laboratorio, una historia que recomiendan también en las guías y que no habíamos logrado ver aún. Como a mi hermano le gustan estas cosas (es ingeniero técnico industrial), quería verlo, pero habíamos ido dos días y estaba cerrado siempre. Pensábamos que el martes abrirían, pero justo este martes ponía que estaba cerrado por reforma o algo así. Hale, así que nos volvimos sin verlo, para otra vez. Ah, y esa mañana, cuando íbamos a la Sony, en Times Square vimos, por fin, al Naked Cowboy. Estaba grabando alguna historia y no dejaban acercarse mucho, hicimos una foto desde lejos, por poder decir que lo vimos.
Y nos quedamos sin cosas para hacer. Nos fuimos a Bryant Park a sentarnos en sus sillitas, pero mi hermano estaba aburriéndose mucho, así que, repasando el mapa, vi que no habíamos llegado hasta Naciones Unidas, así que allá que nos fuimos dando un paseíto.

No es gran cosa, porque no entramos, claro, sólo vimos el edificio por fuera, pero bueno, a mi hermano le hizo ilusión, sobre todo por saber que el día había servido de algo. El resto del día lo pasamos paseando de un lado para otro, sentándonos en todas partes para descansar. Comimos nuestro último Pretzel Dog (como perritos calientes pero con pan de pretzel, super bueno, una mezcla entre bollo y perrito caliente muy buena). Y a las seis de la tarde pasaron a recogernos para ir al aeropuerto. Tardamos una hora en llegar, había mucha circulación.

En el aeropuerto nos tomamos nuestro último Sweet Tea en el McDonalds que hay en el JFK y hale, a esperar a que saliera el avión. Nos sentamos al lado del arco de seguridad para ver a los polis americanos y cómo hacen quitarse los zapatos a todo el mundo y cachean a algunos. Mola. Menos mal que no tuvimos ningún problema ninguna vez.

Y mil horas de viaje, de avión y de aeropuerto después, llegamos a Madrid el día siguiente a las 17,30 horas. El viaje fue bastante horrible, sobre todo por el avión nocturno (ya lo dije, no dormí nada, no había tele ni nada para entretenerse, hubo una hora de retraso, pero durante la cual estábamos en el avión... Un rollo todo).

Ahora todo son buenos recuerdos, realmente. Es un viaje para repetir y repetir y repetir. Nueva York no me decepcionó nada, y seguro que vuelvo, desde luego.
Espero que esto no se haya hecho muy largo, pero es que me servía también como diario, para recordarlo para la posteridad, y como terapia, para no deprimirme.

Gracias, New York, New York.

2 comentarios:

Ana Ramón Rubio dijo...

menudo viaje que te has pegado... qué envidia!!!!!! enhorabuena por tu blog es muy interesante!!! aunque me has puesto los dientes largos jeje! saludos!!

Natalia dijo...

Hola, Ani! Muchas gracias por pasarte por aquí y por comentar. Fue un viaje intenso, sí, pero pasan pocas veces en la vida, había que aprovecharlo.
Un saludo!!! :D