Odio los cambios de hora de invierno y de verano. No me gusta ni en el que ganamos una hora ni en el que perdemos una hora. Suelo dormir mal normalmente, y si encima me cambian la hora, me matan. Además, lo del ahorro de energía no me convence del todo, porque lo que se ahorre por la mañana se perderá por la tarde (sí, lo sé, se trabaja normalmente por la mañana, se ahorra electricidad en las oficinas...). Y el trastorno que se genera en la persona es bastante importante (eso del reloj biológico y tal...).
Y si no, mirad qué le pasa al pobre Jesús Quesada de Camera Café (ays, cuan identificada me siento...)
Vía: La huella digital
domingo, 26 de octubre de 2008
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