Hace mucho que no hablo de deportes. Es normal, la liga se tomó su descanso vacacional y parece que si no hay fútbol, no hay deporte.
Pero ya ha vuelto el fútbol. Hoy, sin ir más lejos, llega uno de los clásicos: Barcelona - Atlético de Madrid. Al menos para mí es un clasicazo. Muchos recuerdos e ilusiones. Suelen ser buenos partidos. Así que estaré delante de la televisión para atender a todo lo que pase. A pesar de todo, lo veré.
Tengo muchas ganas de volver al Calderón. El año pasado no fui, y me siento culpable. Me gusta ir al menos una vez por temporada, pero las circunstancias a veces hacen que sea difícil. Tienen que cuadrar muchas cosas para que nos animemos a ir. Por eso dije: "la temporada que viene, voy en uno de los primeros partidos, que luego todo se complica".
Y mira en qué situación estamos. Perdemos el primer partido, empatamos el segundo, en Champions no nos va tampoco demasiado bien... Y la afición está de uñas con los jugadores y con los dirigentes.
Lo que tengo clarísimo es que yo no voy al estadio para pitar a mis jugadores. Yo voy a animarles, sólo y exclusivamente. A compartir la emoción con otros que sienten lo mismo. No a sufrir porque sólo se escuchen pitidos. Ya me pasó en un partido y me fui con el corazón en un puño. No entiendo la gente que va sólo a montar gresca: ¿para eso pagas unos 30 euros? ¿Para pitar e insultar al que se supone que es tu equipo?
Entiendo las manifestaciones contra los Gil y compañía, entiendo (y apoyo) cualquier acto que se hiciera para demostrar que estamos en contra de la ya efectiva venta del Calderón. Pero no pienso ir a pitar a mis jugadores, conmigo que no cuenten.
Lo bueno del fútbol es que, en cuanto se gana una vez, se olvida lo que haya pasado y todos tan amigos. Y más si es en un "clásico". Así que esta noche estaré atenta. E ilusionada. En fin, cosas del fútbol.