El sábado por la mañana tuve un ratillo para dar un paseo por Londres. Bueno, más que un paseo, una carrera, porque quería ver todo lo que pudiera en tan sólo tres horas, así que iba a ritmo neoyorquino, andando a toda velocidad por Oxford Street, Regent Street, Picadilly, Trafalgar, Whitewall (creo que era) Street y la zona del parlamento y la abadía de Westminster.
Me gustó mucho, la verdad, sobre todo esta última zona, con montones de turistas en un día soleado (hacer fotos del Big Ben deslumbrándote el sol es algo inusual). Y un montón de españoles, por cierto. Además me fui guiando sin mapa ni nada, sólo por la intuición, viendo a dónde iba la gente, haciendo las fotos que los demás hacían (si no, ni me habría dado cuenta de que pasé al lado de Downey Street, pero un montón de gented haciendo una foto a una verja me dio qué pensar).
Lo más divertido era cruzar las calles. Me gustó eso de que te señalaran dónde tenías que mirar, pero me volvía loca en las calles donde no lo ponía: ¡¡¡¿A dónde miro ahora?!!! Pues nada, miro a un lado, al otro y a correr.
lunes, 22 de septiembre de 2008
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