No soy muy de los Sanfermines ni de Hemingway.
Igual estoy simplificando mucho la fiesta de San Fermín, pero a mí, en la distancia, siempre me ha parecido sólo encierros y borrachos, y ni me gustan los toros ni me gusta el alcohol. Sigo sin entender por qué hay cientos de personas cada día en los encierros de San Fermín corriendo delante al lado o detrás de varios toros, unos bichos enormes que si te miran mal pueden darse la vuelta y matarte, como de hecho pasa. Como dice mi padre, "a mí sí que no me pillará un toro", no pienso darle la posibilidad.
En Alcalá se prohibieron los encierros hace años, y desde entonces en ferias la Peña Los Jardineros tienen otra tradición para todos los públicos, mucho más segura, divertida e ingeniosa: los Jarditoros, encierros con toros de cartón, y en el fin de semana, también corrida con peñistas haciendo los papeles de todos los personajes que están involucrados en una corrida de toros. Y tiene un enorme éxito de público.
Hemingway. Fue fan de los Sanfermines, e hizo de embajador de esta fiesta fuera de las fronteras españolas. Ahora se cumplen 50 años de la última vez que pisó tierra pamplonica. Sólo he leído un libro del estadounidense, El viejo y el mar, dos veces. A la primera, no me convenció, me aburrió. A la segunda, más o menos lo mismo, pero entendí que era su estilo y lo que pedía la historia de ese viejo enfrentado al mayor pez de la historia. Sin embargo, no me he vuelto a acercar a este escritor. Quién sabe en el futuro...