Siempre me ha impresionado la historia de Larra. Leí algunos de sus artículos antes de saber cómo había sido su vida. Cuando leí la biografía abreviada que venía en el libro y llegué al suicidio, me sentí fatal. No entendía que era parte de su ser romántico, que no podría haber sido Larra si no hubiera terminado así.
Hoy se cumplen doscientos años de su nacimiento, y con él, de un periodismo diferente, crítico, satírico, costumbrista, social, y creador del periodismo moderno.
Su vida terminó el 13 de febrero de 1837 en su casa, cuando, tras recibir la visita de su amante pidiéndole las cartas de amor que ella le había enviado, se suicidió con su pistola.
El Romanticismo hizo estragos. Me asusta y me atrae a la vez. Por eso me encanta la historia de Larra, un hombre comprometido que murió pensando que "escribir en Madrid es llorar".