miércoles, 5 de agosto de 2009

"Otra vuelta de tuerca", niños y fantasmas


Un caserón enorme en medio del campo. Dos niños pequeños. Presencias fantasmales. ¿Te suena?

La historia original fue pensada y escrita por Henry James, pero ha servido de inspiración para muchas otras novelas y, sobre todo, para decenas de películas. La mezcla de la inocencia de los niños y las apariciones fantasmagóricas es un recurso sencillo y eficaz si se quiere hacer que el personal pase mucho miedo.

Otra vuelta de tuerca cuenta la historia de dos niños huérfanos, para los que su tío y tutor busca institutriz tras la muerte en misteriosas circunstancias de la anterior joven que les cuidaba. Una mujer acepta el reto, pero con lo que no contaba es que no estaría sola con los niños. Además del servicio doméstico y del ama de llaves, en la casa persiste la presencia de los dos anteriores responsables de los niños, quienes mantuvieron una estrecha relación con los niños y ambos muertos.

Una historia sencilla, con un final sorprendente (y del que la edición de Anaya ofrece una posible explicación) y que atrapa desde la primera línea. Un giro más en las historias de terror tradicionales. No hace falta sangre, vísceras o sustos efectistas. Nuestra imaginación al vernos trasladados a ese caserón en medio de la nada con esos fantasmas que se niegan a marcharse y sin que lleguemos a conocer sus verdaderas intenciones es suficiente para que el miedo se apodere de nosotros.

Me gustan las historias que consiguen hacerme sentir algo de la forma más sencilla posible. Así que un 10 para esta novela que, a pesar de haber sido escrita en 1898, hace ya más de un siglo, no ha perdido vigencia. De hecho, el cine todavía sigue bebiendo de ella, con versión más o menos directas de la película: Suspense, Otra vuelta de tuerca, El celo, Los otros...