Ayer se falló el Premio Nacional de las Letras, que recayó en Juan Goytisolo. Me acordé en ese momento de un té que compartí con otro puñado de estudiantes de periodismo, nuestro profesor Fajardo y Goytisolo en una terraza en la plaza de Marrakech, donde vive el recién premiado. Fue bastante curioso.
Recuerdo que estábamos todos sentados en el suelo, amontonados prácticamente, con cara de atontados escuchando lo que Goytisolo y Fajardo hablaban. Recuerdo historias sobre la petición de que la plaza de Marrakech tuviera el título de "Patrimonio Oral de la Humanidad", y otras historias sobre la relación de oriente y occidente. Estuvimos como una hora, creo recordar, al atardecer. Fue realmente interesante.
Algún día leeré Señas de identidad, aunque aún no he recavado el valor suficiente, pero lo haré.
martes, 25 de noviembre de 2008
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