jueves, 18 de febrero de 2010

Miguel Hernández

Soy de lágrima difícil (o lo era...). Me cuesta llorar.

Pero recuerdo perfectamente cómo, estudiando a fondo y con detenimiento la biografía de Miguel Hernández hace dos o tres años para Filología, las lágrimas fueron lentamente llegando a mis ojos hasta que tuve que parar. Algo parecido me pasó con García Lorca. Pero, no sé por qué, me dio más rabia aún la historia de Hernández.

Vidas duras, chungas, tuvieron mala suerte, y eso me da mucha rabia. La literatura española se perdió grandes cosas por culpa de la Guerra.

Ahora, llegando el centenario del nacimiento de Miguel Hernández, el Gobierno declarará injusta su condenado a muerte tras la Guerra Civil. Una declaración que no le devolverá la palabra, pero reparará el daño que se hizo a su memoria.