Para mí, en estos momentos, no hay una serie mejor. Y no soy la única que piensa así.
Dexter empezó muy fuerte, arriba, arriesgando. Ya sólo el tema es arriesgado: el protagonista es un asesino con doble vida; eso sí, un asesino bueno: sólo mata a los malos. La historia del "asesino del hielo" hacía que Dexter se enfrentara a su pasado, a lo que es. Y nos encantó. La segunda temporada siguió en un nivel muy alto: ahora era a él mismo al que buscaba la policía de Miami, y a la vez, los cimientos de su vida familiar se tambaleaban. Y la historia del "carnicero de la bahía" nos volvió a enganchar hasta el final. Llegó la tercera temporada, y ya sabíamos que no nos iba a decepcionar: ahora Dexter tenía un compañero, alguien que le conocía tal cual es, con el riesgo que eso suponía. Fantástico de nuevo.
Pero ha llegado la temporada que ha supuesto la confirmación y el culmen de la serie. ¿Se podrá mejorar? Va a estar difícil, pero tengo todas las esperanzas puestas en esos guionistas que nos han regalado una temporada redonda con grandes momentos como ese impagable "Hello, Dexter Morgan".
Lo malo de internet es que las noticias vuelan, y mucha gente estaba pendiente del final de la temporada de Dexter. Por todas partes se empezó a comentar lo brillante de su final. Y aunque la mayoría de la gente no contaba nada sobre lo que iba a ocurrir, se podía intuir cosas. La próxima vez haré lo que sea para ver el final de Dexter el mismo día en que esté en internet, porque para mí perdió el factor sorpresa.
Aun así... La historia de ese asesino despiadado, Trinity, nos sobrecoge y el final nos deja pendientes del futuro. Guiones redondos, pero que no serían nada sin Michael C. Hall, sus gestos, su voz, el personaje que ha creado.
Termina una temporada y ya esperamos ansiosos la próxima. Gracias, Dexter Morgan.