Es cursioso todo lo que se ha hablado del vídeo del Gran Wyoming y la becaria. Primero la expectación por si sería verdad o si sería una broma. Después, tras la confimación de que era todo una tomadura de pelo, el debate se ha hecho, si cabe, más intenso.
Vaya por delante que no trago las bromas cuando se juega con la buena fe de las personas o cuando se burlan de la situación de algunas personas. No estuvo bien lo que hicieron los de Intereconomía, emitiendo sin contrastar ni comprobar de dónde venía el vídeo. Pero tampoco está bien ganar audiencia a cualquier precio. No está bien hacer que la gente se preocupe por la situación de una persona y que todo sea mentira.
Todo esto hace reflexionar sobre qué vale y qué no vale en la profesión periodística (y me refiero a los dos lados de la ecuación). Algo parecido ha ocurrido con algunas de las bromas de El Follonero, o con Sé lo que hicieteis. Parece que se está poniendo de moda eso de lanzar cebos para ver quién pica y reírse de ellos... Está bien para cuestionar ciertas cosas, pero tampoco se puede ir provocando.
martes, 3 de febrero de 2009
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